15/3/09

BIODIVERSIDAD Y ZONAS AGRARIAS EN EUROPA

Cuando nos hablan de biodiversidad o de valores ecológicos tendemos a pensar en extensas selvas tropicales con multitud de especies y plantas olvidando muchas veces lo que tenemos delante de nuestros ojos. No hace falta irse tan lejos. Basta con salir a las afueras de nuestras ciudades o a la puerta de nuestras casas y echar un vistazo a los campos de cultivo. Por eso, en esta entrada hablaremos sobre el estado de conservación de las zonas agrarias en Europa.

El continente europeo es un territorio que lleva habitado por el hombre miles de años, de tal manera que este ha modelado el paisaje de una forma determinante. Se dice que la riqueza cultural y el patrimonio natural de Europa se refleja en la enorme variedad de usos agrarios tradicionales que posee. Esta diversidad es responsable en buena medida del mantenimiento de numerosas especies de plantas y animales con un importante interés ecológico y de conservación. Son taxones que han evolucionado junto al hombre adaptándose a los cambios graduales que introducía en los ecosistemas a medida que los domesticaba para su aprovechamiento. Un ejemplo popular lo tenemos en las aves esteparias, cuya conservación está estrechamente ligada con el mantenimiento de buenas prácticas agrícolas.

Evolución de las poblaciones de aves forestales y aves de medios agrícolas

Pero desde hace unas décadas el delicado equilibrio que nuestra especie había conseguido con estos ecosistemas se está rompiendo. Las primeras alarman surgen cuando se detecta un importante declive en las poblaciones de aves ligadas a medios agrícolas. Los expertos han estimado que el 40 % de las especies con problemas de conservación en Europa lo están por la intensificación en la agricultura y el 20 % por el abandono de estas áreas. 102 especies de aves dependientes de esto paisajes tienen problemas de conservación. Y esto podría ser la punta del iceberg ya que desconoce el efecto sobre otros grupos taxonómicos menos estudiados.

Número de especies de medios agrícolas con problemas de conservación


La intensificación y el abandono del campo se han identificado como las causas principales de la pérdida de diversidad que se está produciendo en los agroecosistemas. La intensificación ha supuesto un aumento importante y constante en el uso de fertilizantes, derivando a su vez en la contaminación de acuíferos, agotamiento y contaminación del suelo y desequilibrios en los ecosistemas. La mejora en la eficacia de producción y las nuevas tecnologías ha implicado que las pequeñas parcelas cultivadas, que conformaban antaño un variado paisaje en mosaico, hayan desaparecido en favor de grandes extensiones de monocultivo. La homogenización, la pérdida de lindes y setos o el aumento de la superficie cultivada, afecta a la variedad estructural del paisaje, reduce el número de nichos ecológicos disponibles y provoca el aislamiento de los parches. Por otro lado, el abandono, que parece ser especialmente relevante en las áreas de producción extensiva, conlleva que hábitats antes disponibles para las especies desaparezcan. Las peores condiciones económicas del mundo rural respecto las ciudades y la escasa rentabilidad de los sistemas extensivos de producción se perfilan como la desencadenantes principales de este proceso. Perdemos usos tradicionales porque los jóvenes ya no siguen el camino de sus padres y prefieren buscar oportunidades en las ciudades o en otros sectores.

Superfice agrícolas de alto valor natural amparadas por figuras de protección.

Ante tal situación los expertos y políticos han comenzado diseñar soluciones para detener esta pérdida. Entre las estrategias que se proponen está la creación de zonas protegidas por su alta diversidad agraria que quedarían integradas dentro de la red de espacios de interés comunitario. Actualmente solo un tercio de las áreas agrícolas de alto valor natural se encuentran amparadas por esta figura de protección. Otra de las soluciones ha sido la modificación de la Política Agraria Comunitaria (PAC) mediante la introducción de condicionantes ecológicos y de sostenibilidad en la adjudicación de ayudas. La aplicación de esquemas agroambientales en la planificación de las estrategias agrícolas de cada país miembro es también una más de las medidas propuestas. Los gobiernos deberán invertir económicamente en sistemas sostenibles de producción agrícola. Por último está la potenciación de la agricultura en las zonas marginales, principalmente en aquellas con alto valor natural, cuyo objetivo es evitar su abandono.

España destaca en todos los puntos mencionados. Nuestro país, junto con Gran Bretaña, alberga la mayor parte de las áreas agrícolas de alto valor ecológico pero, desgraciadamente, también está a la cabeza en el número de especies de aves ligadas a estos medios con problemas de conservación, en la superficie afectada por el abandono y en ser de los estados que menos ayudas a la sostenibilidad agraria destina. No se trata de una cuestión menor si consideramos el alcance de las consecuencias y lo representativo de estos paisajes en la península Ibérica. Solo mediante la aplicación rápida de soluciones coherentes y la sensibilización de la sociedad sobre la importancia y problemática de los agroecosistemas, podremos frenar la pérdida de un patrimonio del que, además, deberíamos estar orgullosos.

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