(Post escrito originalmente en LinkedIn el 08.02.2018.)
Que la energía eólica va a formar parte del futuro necesario del
planeta, y en especial de la Unión Europea (UE), es algo difícil de
negar. Incluso a pesar de algunas políticas cortoplacistas que insisten
en mirar para otro lado. La realidad es imparable. Y no lo digo yo, lo
confirman las cifras. Según el Global Wind Energy Council (GWEC)
a finales de 2016 había 90 países con algún tipo de capacidad
generadora, lo que supone una potencia instalada a nivel mundial de 487
GW. Y la Asociación Mundial de Energía Eólica (WWEA)
ha estimado, a falta de confirmación definitiva, que en 2017 se ha
llegado a los 540 GW instalados. En fin, que los datos hablan por sí
solos. La tendencia es claramente alcista. Incuso para España,
últimamente demasiado miope y empeñada en descolgarse de la UE, va a ser
difícil no verse arrastrada por la ola imparable que suponen las
energías renovables. De momento el año pasado se subastaron 8.000 MW, que deberán ser funcionales en 2020 y dónde la eólica tiene un peso importante. Si queremos cumplir con las Directivas
y no ser sancionados ni convertirnos en un ejemplo de torpeza
histórica, deberemos coger este tren. Un tren que ha de llevarnos a la
sostenibilidad y a la suficiencia energética.
Capacidad instalada e incremento anual a nivel mundial entre 2012 y 2016. Imagen: www.wwindea.org
Y precisamente de la sostenibilidad de la energía eólica quiero
hablaros en este post. Como he mencionado y muchos probablemente ya
sabríais, la evolución en la instalación de MW eólicos es constante y en
alza. Pero si queremos que la implantación de esta fuente de energía
continúe a buen ritmo y haga honor a su calificativo de renovable,
debemos abordar los nuevos retos ambientales que nos plantea su
imparable crecimiento.
Es de conocimiento público, y los datos así lo avalan, que la energía
eólica tiene una huella ecológica más reducida que la mayoría de las
fuentes energéticas. Pero también sabemos que esta característica no la
libra de estar exenta de impactos en los ecosistemas, especialmente
sobre las poblaciones de aves y murciélagos. Y aquí radica la cuestión
central que quiero abordar. Si queremos que la eólica pueda presumir de
ser realmente renovable y que su influencia neta sobre el medio ambiente
sea cero, hay que retomar el debate sobre su evaluación e integración
ambiental. No es una propuesta gratuita. Desde hace tiempo los expertos
llevan alertando de que los estudios y evaluaciones de impacto son
deficientes, y no han permitido anticipar los impactos de forma adecuada
ni establecer medias de mitigación realmente efectivas (ver p.ej Ferrer et al. 2011 y Lintott et al. 2016).
Es un problema generalizado. A las carencias de conocimiento de la
influencia del impacto sobre la fauna, se le unen protocolos de
evaluación y control deficientes e incompletos que impiden la plena
integración de la energía eólica en los ecosistemas dónde proyecta
ubicarse (traté el tema en un reciente post).
Las grandes rapaces y los murciélagos son los grupos de fauna que se ven más afectados por una mala planificación de la energía eólica. Imágenes: Wikipedia
Esto no quiere decir que estemos ante una situación irreversible. Aún
tenemos margen de maniobra para hacer las cosas a la altura del papel
que ha de jugar la eólica en la sostenibilidad global. Pero eso sí,
debemos actuar cuanto antes. Dejando el sensacionalismo fuera de este
debate (ya se encargarán otros de incorporarlo), es prioritario entender
que solo alcanzaremos los objetivos de impacto cero desde un enfoque
riguroso basado en la evidencia científica. Y sin duda esto pasa por
mejorar sustancialmente las estrategias de evaluación de impacto y
seguimiento ambiental de los parques eólicos a todas las escalas. Porque
minimizar la influencia de la energía eólica sobre los vertebrados
voladores no solo facilita su integración en los ecosistemas y la hace
más sostenible, sino que supone una reducción de costos importante y
mejora sustancialmente la competitividad de los proyectos.
La alteración de los habitas es una de las consecuencias menos conocidas del desarrollo de los parques eólicos. Imagen: Unsplash
Conscientes de la problemática y de la necesidad de aportar calidad y
fiabilidad en las evaluaciones y seguimiento del impacto de la energía
eólica sobre la fauna, el Instituto Superior del Medio Ambiente y el que suscribe hemos desarrollado recientemente el curso online EVALUACIÓN Y SEGUIMIENTO DEL IMPACTO DE LOS PARQUES EÓLICOS SOBRE LA FAUNA, cuya primera edición comienza el 21 de febrero próximo (pero estad atentos a las siguientes 😉: del 9 de mayo al 29 de junio).
Y, bueno, si ya habéis llegado hasta aquí, me vais a permitir que os resuma brevemente en que consiste esta iniciativa...
Como habréis intuido, la finalidad del curso es mejorar las
metodologías y protocolos de planificación, evaluación y seguimiento del
impacto de los parques eólicos sobre aves y murciélagos. Para ello se
han definido tres objetivos generales sobre los que pivotarán los
contenidos de las unidades didácticas. A saber:
- Proporcionar un marco teórico y práctico con base científica para definir el riesgo de impacto potencial sobre los vertebrados voladores y sus hábitats.
- Evaluar la idoneidad de las futuras ubicaciones eólicas respeto a las especies y hábitats presentes, y permitir definir estrategias efectivas de reducción de impacto.
- Proporcionar herramientas y metodologías comparables para monitorizar el impacto de los parques eólicos y evaluar la efectividad de las medidas de mitigación.
Para conocer más detalles de los contenidos podéis acceder al índice completo a través de este enlace: PROGRAMACIÓN
Respecto al público objetivo al que está dirigido. Teniendo en cuenta
los puntos anteriores, hemos considerado que se trata de un curso
bastante apropiado para todas aquellas personas que trabajen es temas de
desarrollo eólico y control ambiental. Desde promotores, a los que
ayudará en la planificación y les permitirá localizar las mejores
ubicaciones reduciendo el impacto y los costes; hasta técnicos de la
administración y de consultoras ambientales, que podrán evaluar la
idoneidad de los proyectos y definir las medidas de mitigación más
adecuadas, mejorando la gestión e integración ambiental. Y es que
pretendemos que, tanto los alumnos con experiencia puedan perfeccionar
sus conocimientos y profundizar en las técnicas y protocolos, como
aquellos que se inician en la materia puedan disponer de la información y
pautas necesarias para realizar evaluaciones solventes. Se trata, por
tanto, de un curso dirigido a todas aquellas personas que componen la
amplia familia de la energía eólica, que estén interesadas en mejorar su
gestión y en garantizar la sostenibilidad a largo plazo de una fuente
de energía con un mucho futuro.
Por último, quiero mencionaros que el curso está sujeto a bonificación por la Fundación Tripartita (más información aquí), que lo hace muy apropiado para incluirlo en los programas de formación continua de las empresas. Asimismo, el ISM dispone de distintos descuentos a los que pueden optar los alumnos de forma individual (más información aquí).
Estamos convencidos de que no os defraudará, y que sabréis sacarle el
máximo partido a los contendidos y aprovecharlos adecuadamente en el
contexto del nuevo desarrollo eólico actual. Os esperamos en el Campus
ISM.
Un saludo.
Jon Domínguez del Valle
Consultor en Biodiversidad e Impacto Ambinetal
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