Desgraciadamente aun existen demasiadas personas corrompidas por la avaricia y el desprecio a la vida en este país. Hoy se ha conocido la noticia de la detención de un grupo de furtivos que se dedicaban a la caza ilegal en varias fincas de las provincias de Madrid, Toledo y Salamanca. No solo se abatían venados, jabalís o cabrás montesas sin los permisos reglamentarios, sino que no hacían ningún asco a la hora disparar a avutardas, turones o rapaces nocturnas para luego colgar en un salón. Se trataba de una banda muy organizada que disponía de abundante y moderno material de caza –rifles de última generación, silenciadores, tornos, cartografía, etc.- y que conocía las zonas de actuación al dedillo. Para colmo organizaban cacerías ilegales para otros desalmados a los que tampoco se les caían los anillos al saber que estaban participando en una actividad ilegal y que disparaban contra especies con serios problemas de conservación. Afortunadamente el SEPRONA, a través de la Operación Bambi, ha dado al traste con este grupo, algunos de cuyos miembros tenían antecedentes por delitos similares. La pregunta es ¿por qué no se les empuró la primera vez que les pillaron? La respuesta puede ser una legislación floja y jueces poco dispuestos a aplicarla estrictamente. El debate queda abierto.
La noticia se puede consultar integra en la versión digital de hoy de el periódico El País, del cual, además, he tomado la foto que ilustra este post.
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