… y que lo digan. El pasado jueves 4 de mayo, por primera vez en España se condenaba a un cargo político por un delito ecológico. Una interesante noticia, aunque lo que más me ha chocado es el alboroto que se ha producido en los medios. Y digo yo, ¿que persona que luche por la conservación medio ambiente no lleva años esperando algo así? Ha sido necesario que se produzcan innumerables tropelías contra nuestros ecosistemas desde todos los ámbitos de la sociedad para que llegue la sangre al río. Lo que sí debería habernos extrañado es porque sentencias de esta clase no se han producido tiempo atrás. Y es que la legislación que condena este tipo de acciones, que es una de las más ambiciosas del mundo, existe sobre el papel… pero en la mayor parte de las situaciones, solo sobre papel.
Desde particulares y grandes consorcios empresariales hasta la propia administración; todos, han jugado a castillos en el círculo de arena llevándose el balde a casa. En un país donde la tierra se considera un bien material hasta el punto de agotarla de forma irreparable, no es de extrañar este tipo de actitudes. Mientras a los políticos se les llena la boca con palabras como ecología, cambio climático o desarrollo sostenible, por debajo del mantel acarician un ladrillo de oro. Muchas cosas deben cambiar para que este tipo de decisiones dejen de ser anecdóticas y se conviertan en algo común contra aquellos que ponen en peligro el futuro de todos. La noticia, que es una buena noticia al fin y al cabo, da esperanza a los que creemos que si hubiera más voluntad política y se aplicasen las leyes vigentes otro gallo cantaría.
Desde particulares y grandes consorcios empresariales hasta la propia administración; todos, han jugado a castillos en el círculo de arena llevándose el balde a casa. En un país donde la tierra se considera un bien material hasta el punto de agotarla de forma irreparable, no es de extrañar este tipo de actitudes. Mientras a los políticos se les llena la boca con palabras como ecología, cambio climático o desarrollo sostenible, por debajo del mantel acarician un ladrillo de oro. Muchas cosas deben cambiar para que este tipo de decisiones dejen de ser anecdóticas y se conviertan en algo común contra aquellos que ponen en peligro el futuro de todos. La noticia, que es una buena noticia al fin y al cabo, da esperanza a los que creemos que si hubiera más voluntad política y se aplicasen las leyes vigentes otro gallo cantaría.
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