20/4/07

DONDE LOS ENANOS SE CONVIERTEN EN GIGANTES

Las Islas Canarias son una de las joyas de nuestro país desde el punto de vista de la biodiversidad. Que duda cabe. De hecho forman, junto con un grupo de pequeñas islas -Madeira, Islas Azores, Islas de Cabo Verde e Islas Salvajes-, una región biogeográfica propia: la región macaronésica. Quizás, la peculiaridad más importante de esta zona del mundo resida en albergar numerosas especies botánicas cuya presencia se reduce exclusivamente a dichas islas o, incluso, son únicas de alguna de ellas. Y entre todos estos pedazos de tierra emergida que dan forma a la macaronesia me gustaría mencionar la isla de La Palma o, como la llaman cariñosamente sus isleños y no sin razón, La Isla Bonita. Estas navidades tuve la suerte de poder visitarla y recorrer la enorme variedad de ambientes y paisajes que la han convertido en destino turístico de primera clase y en un enorme laboratorio para botánicos de todo el mundo.

Uno de los lugares que más poderosamente llamó mi atención, por desconocido y extraño para un peninsular, fue el bosque de laurisilva o monteverde. Se trata de formaciones vegetales cuyo origen se remonta a la Era Terciaria -comienza hace 65 millones de años- constituidas por especies, en muchas ocasiones endémicas, cuyos “primos” más cercanos solo se localizan en la actualidad en los trópicos. Es decir, son bosques relictos que han quedo relegados a lugares donde se han mantenido condiciones ambientales similares a las que les vieron nacer y que permanecieron a pesar de que el clima a su alrededor cambiaba definitivamente. Muchas son las especies que dan vida a la laurisilva (tiles Ocotea foetens, viñátigos Persea indica, barbusanos Apollonias barbujana o laureles Laurus azorica) y muchos los post que se podrían escribir sobre cada una de ellas, pero en este señalaré una que es bien conocida en la península Ibérica y que suele presentar su mayor desarrollo, junto con el fayal Myrica faya y el acebiño Ilex canariensis, en las zonas menos húmedas del monteverde: el brezo blanco o Erica arborea.

Y es en estos bosques donde la especie alcanza un porte que hace honor a su nombre latino, dando lugar a formaciones densas acompañadas de numerosos bejucos y con pies que alcanzan los 15 metros en los ejemplares más viejos. Auténticos gigantes. Por otro lado el brezo supone un recurso económico para los habitantes rurales de La Palma pues es utilizada como planta forrajera y de lecho para el ganado, para la producción de carbón y para la fabricación de varas y horquetas, incluso esta indicada para calmar las picaduras de los insectos y como antiinflamatorio. Desgraciadamente el sobrepastoreo y el uso intensivo pasado y presente de los recursos naturales ha mermado estos bosques y la presencia de estos titanes ha quedado reducida a unos pocos enclaves. Como apunte para finalizar decir que, de las 630 especies del género Erica descritas en la actualidad, 600 se encuentran distribuidas en la pequeña y exclusivísima región del Cabo en Sudáfrica… pero esto es ya otra historia.


  • Ecofisiología de la Laurisilva Canaria. Ecosistemas 12(1) 2003. [PDF]   
Actualizado a: 10 enero 2009, 29 marzo 2017.

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